sábado, 1 de febrero de 2014

Los destellos y el optimismo patológico

¿Qué es más determinante? ¿Tener determinación o carecer de ella? Podemos dejar que los acontecimientos se precipiten, que las cosas se decidan sin nosotros. O podemos ser intrépidos, irreflexivos o audaces. "Que algo sea determinante no se agota ni se reduce a que haya sido fruto de una determinación. Más bien señala que define y concreta una acción, y la hace capaz de producir efectos y de tener consecuencias de importancia, hasta abrir nuevas posibilidades." No siempre sabemos que podemos estar siendo determinantes para el discurrir de los hechos,
la historia o nuestra vida. Continúa razonando Angel Gabilondo en su artículo Es Determinante que es razonable pedir decisión a quienes están en lugares que inciden en nuestras vidas, de la manera que sea. Porque callar sería como decir que no hay nada que hacer. ¿Tenemos tendencia a preferir que nada tenga repercusión por miedo a sus consecuencias? Si ignoramos que algo puede ser determinante sin nuestra determinación estamos teniendo una capacidad de incidencia bien grande. Y concluye diciendo que carecer de determinación puede ser determinante.
Todo cierto. Dudas, certezas, acción e inacción determinan nuestro futuro personal y social. Hacer o no hacer, cómo lo hacemos y la determinación que le veamos a la situación nos llevará a ser más determinantes en nuestra respuesta.
En nuestro contexto, el "local" y el "universal" tan determinante puede ser actuar como no hacerlo. Esta semana tres personas que pertenecen al ten-top de quienes lideran el mundo nos han sorprendido con discursos que nos muestran un rayo de luz o un espejismo.
Obama ha hablado a los suyos de vida, esperanza, aspiraciones y de igualdad. Ha pedido políticas empresariales dignas, que fomenten el desarrollo personal y social. Ha denunciado que trabajando más que nunca, los americanos son más pobres cada vez. Anuncia políticas fiscales que promuevan el empleo y el compromiso social para reducir la brecha. Ha tomado partido por las personas.
Aquí en Europa, una Merkel desconocida ha cambiado la música y ha puesto letras de mejora sociales. Cambiará las condiciones de la jubilación de los trabajadores en Alemania,  aprobará ayudas a las madres, incrementará el salario mínimo y hará políticas de discriminación positiva.
Francisco, el papa, acusa de usura y avaricia a los bancos por empujar a las familias más desfavorecidas a la exclusión social y la pobreza al ser desalojadas de sus casas. Definió la situación como plaga social. Aunque en su caso es algo que le toca defender, pero nos sorprende que lo haga, por algo será.
¿Se estará moviendo algo en el mundo, una conjunción mundial, como decía Pajín, en favor de la sociedad y las personas? Hay cierto aroma de progresía en el ambiente, o será sólo que me saltan a la vista y el oído cuando me cruzo con noticias como esas.
La brecha social es descomunal. Los Informes de Oxfam nos dicen con todo lujo de detalles lo que ya sabíamos. El 1% lo posee todo. Recursos naturales, financieros y el poder que eso les da. Los políticos y gobiernos trabajan para ellos que son quienes dominan el mundo. Esa es la verdadera crisis, la de la democracia para alimentar su avaricia. Y esto hace más sospechoso que esas noticias se produzcan ahora.
Hay pequeñas revoluciones sociales y otras no tanto,  unas con más éxito y otras con menos. En nuestro país dos movilizaciones han tenido un éxito que nos ha cogido por sorpresa y que nos han animado a seguir en la protesta y la reivindicación. El poder político se ha doblegado (de momento) a la voluntad de la sociedad que gobiernan. Hemos disfrutado de victorias de la sociedad con la marcha atrás en la privatización de la sanidad madrileña - por ahora- y también del triunfo del barrio de Gamonal.
Con la crisis que llaman económica se está llevando a cabo la liquidación del Estado del Bienestar. Fue una conquista de los trabajadores, que duda cabe, pero también respondía a  un intento por parte de los poderes políticos y económicos del capitalismo en dar concesiones a la clase obrera con el objeto de evitar el triunfo de posiciones sociales más radicales y revolucionarias que se oponían a este sistema económico. El miedo que se generó tras la revolución rusa contribuyó a ello.
Ahora vemos tímidos y quizás insignificantes destellos de rectificación de las medidas neoliberales, o al menos cambios de algunos discurso a falta de hechos concretos. Y no hablo de las mentiras electorales del PP.
Mientras no nos gobiernen políticos comprometidos con el desarrollo de las personas en una sociedad lo más justa posible en una democracia participativa real. Mientras eso no suceda, puede ser el comienzo de algo determinante. Pequeñas revoluciones que les hagan pensar  que pueda haber un giro radical en la sociedad y que para evitarlo dicten medidas que aligere en algo la presión que recae sobre los trabajadores. O no. O quizás esto sea una ilusión óptica, retales de optimismo que me tengo que hacer ver y que nos lleva a la conclusión que seguir reivindicando con determinación llegue a ser determinante.

@enelreves


Vídeos:
El País: Discurso Obama 29 de enero 2014 
La Sexta: "Marea Blanca, la historia de un triunfo"

Enlaces:
CadenaSer: El Papa denuncia la usura como "plaga social"
Es Determinante by Angel Gabilondo

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